29 Dec
29Dec


     Con el pasar del tiempo, con las buenas y malas experiencias de la vida, con los golpes que nos da la vida, acabé apreciando y valorando muchas cosas que antes se me hacienda insignificantes y sin valor.  La vida es un regalo y es prestada.  He aprendido a valorar unos  minutos de un café con una persona a la que quieres y con quien puedes reír aunque sólo sea por tonterías… Valoro una mirada que me trasmita calma y paz.

      Cada día valoro más la vida, porque sigo aquí. Dentro de mí, todavía existe esa pequeña niña que a veces es rebelde y otras un genio; a veces amorosa y otras ingenua.  Hoy sigo confiando y dando lo mejor de mí; y sobre todo, porque quiero seguir fuerte y luchadora, creyendo en mis sueños, con ilusiones y ganas de luchar por lo que quiero.

     Me doy cuenta que todos nos equivocamos y no por eso pierdo mi valor, ni me deja de amar Dios. Los pequeños detalles cuentan muchísimo, que no se debe perder el tiempo. He aprendido que es mejor tener buenos sentimientos y un corazón sincero, que lo que importa de verdad es lo que siente nuestro corazón.  Me he dado cuenta de que lo que hagas con amor está bien hecho, y que la vida son momentos junto a la familia, amigas, amigos, y gente que de verdad nos quiere y está ahí siempre día a día haciéndonos saber que somos queridos o especiales, personas que están siempre dándonos su cariño. Tengo mucha gratitud y cariño por la gente que hace que la vida valga la pena, a todos ellos mil gracias. Valoro inmensamente lo simple.

      Me fascina creer y amar a Dios con todo mi corazón. Creer que lo imposible puede hacerse posible, y que mientras viva voy a seguir luchando por lo que más quiero.

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