Cada día que pasa vemos mas sobre el dolor que muchas mujeres están enfrendando al no poder concebir o al haber perdido un bebé durante el embarazo.
En la Biblia se nos cuenta de Ana en 1 Samuel 1:7-11. Ana conocía este dolor personalmente. Ese dolor que la llevó a una condición de desesperación por muchos años. La Biblia nos dice que Ana lloraba, que no quería comer y que vivía desanimada. Creo que esta condición es familiar para muchas de ustedes.
Alguien escribio sobre “El dolor… debe convertirse, no en un estado, sino en un proceso”. En otras palabras, no nos estancamos en el dolor pero seguimos avanzando. No podemos controlar la infertilidad física. Sin embargo, la fertilidad espritual es algo que sí podemos cultivar en medio de cualquier dolor que enfrentamos.
Sé lo que es querer algo sin poder lograrlo. Conozco bien la frustración e impotencia y el dolor que produce. Estos sentimientos por la falta de lo que esperamos, son reales. No estoy hablando de cosas ajenas a mi experiencia hoy. Yo soy una mujer como tú con luchas y problemas, con decepciones y lágrimas. Pero hay algo que he aprendido en medio de la espera y es esto: “la espera tiene que tornarse en aprendisaje y en algo que produzca algo bueno.
Dios puede hacer muchisimas cosas en medio de las dificultades que vivimos. Cómo Dios puede utilizar cada experiencia y espera para llevarnos a disfrutar de la vida abundante que está disponible en Cristo.
Mientras estamos pasando por dolores como es éste de la infertilidad o algún otro, Dios nos invita a una jornada de fertilidad en el área espiritual. Dios nos invita a desarrollar ciertas virtudes como las que encontramos en 2 Pedro 1:5-7 así como otras más que leemos en la Biblia. Miremos lo que nos dice Pedro: “Pues estas virtudes, al estar en vosotros y al abundar, no os dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1:8).
“Siéntete privilegiada cuando las cosas que vienen naturales para otros, Dios te las da a tí en forma sobrenatural”. Dios no se ha ensañado contigo para hacerte sufrir. A veces, Dios nos escoge para ser testimonios de lo sobrenatural. Cuando lo que viene naturalmente a otros parece difícil o imposible para tí, Dios te recuerda esto: “¡Oh Soberano Señor! Hiciste los cielos y la tierra con tu mano fuerte y tu brazo poderoso. ¡Nada es demasiado difícil para ti!” (Jeremías 32:17). ¡Este es nuestro Dios!
Para las mujeres que siguen intentando sin respuesta, recuerden que Dios es el dador de la vida. En El es en quien debemos depositar nuestra confianza. No desmayen. Si hay demora es porque Dios tiene algo que enseñarnos durante ese tiempo. Sé por experiencia propia que El siempre se complace en concedernos los deseos de nuestro corazón.
Deseo que otras mujeres sean bendecidas. Reconozcan que Dios es el mismo de ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8). Que el Señor hace milagros y su poder no ha cambiado. El quiere bendecir a quienes confían y esperan en El de todo corazón.