Existe una gran diferencia que tenemos que comprender entre lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz y antes de ir a la cruz. Antes de ir a la cruz, Jesús fue Maestro y se dedicó durante tres años a enseñarnos todos los principios necesarios para llevar una vida que Él quiere que llevemos, es decir, una vida en la sobreabundancia.
Después de estos tres años de enseñanza, Jesús fue a la cruz y allí dejó de ser el Maestro para ser el Redentor. Pero, Él no se quedó para siempre en la cruz, solo estuvo allí tres días, al cabo de los cuales venció a la muerte y ascendió a su reino. Los fariseos lo reconocieron como un gran maestro pero, nunca lo aceptaron como redentor. En cambio, con nosotros sucede todo lo contrario: lo reconocemos como nuestro Redentor pero muy poco o casi nada como Maestro por eso, fácilmente olvidamos sus enseñanzas.
Si no comprendemos la gran diferencia de lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz y antes de ir a la cruz, tendremos muy pocas posibilidades de alcanzar una vida abundante. Es aquí donde radica la importancia de entender esta diferencia. Dios quiere que sus hijos sean personas exitosas y que vivan en la abundancia porque es un Dios de amor y no, como muchos creen, que es un viejito serio y renegón que espera sentado a que cometamos el primer error para castigarnos con furia. Por el contrario, es un Dios de amor que quiere darnos gloria y honra. Te acuerdas de lo que dice Hageo 2: 4-9
Tan solo en el versículo 4, encontramos cuatro pautas profetizadas por Dios que nos conducen a esa vida de sobreabundancia: 1. ESFUÉRZATE 2. ANÍMATE 3. TRABAJA 4. NO TEMAS
Debemos llevar una vida espiritual correcta pero con proyección. Si tenemos una buena relación con Dios y cumplimos con estas cuatro pautas, tendremos la gloria de Dios porque Él es el Padre de todos nosotros y qué padre no quiere lo mejor para sus hijos!!! Un cristiano redimido tiene que saber que existe un paquete de bendiciones después de la cruz, está nuestro Dios que nos dice si permanecemos en Él, Él permanecerá en nosotros.
El versículo 9 del pasaje que analizamos, nos dice que la casa somos cada uno de nosotros y las dos glorias que Dios quiere darnos son: la primera, es la Salvación y la segunda es la sobreabundancia. Esta sobreabundancia nos vendrá si permanecemos fieles con el Rey, con nuestro Dios. Y la prosperidad no comienza con dinero sino con una palabra: NO TEMAS. ¿Cuántos cristianos, mujeres y hombres, temen embarcarse en la travesía del negocio propio? El temor al fracaso los derrota de antemano.
Entonces, repasemos: en la cruz, Dios le da al pecador perdón y salvación. Y debemos aferrarnos a Jesús como Redentor y Salvador y a Dios como Rey; pero, nosotros tendremos que hacer nuestra parte y cumplir con las cuatro pautas que ya hemos aprendido: ESFORZARNOS, ANIMARNOS, TRABAJAR y NO TEMER. No olvidemos que la gloria postrera será mejor en el trono de la gracia de nuestro Rey.